Es el trastorno
del aprendizaje más frecuente entre la población infantil. Su
prevalencia se estima entre el 5-10%, aunque según algunos estudios llega a
alcanzar el 17,5%. En España no existen estudios epidemiológicos en muestras
grandes. Sin embargo, no cabe duda de que la dislexia representa un problema
muy importante, tanto por sus repercusiones académicas, como emocionales. A
pesar de ser un tema extensamente estudiado y sobre el cual se dispone de una
impresionante aportación bibliográfica, no se ha alcanzado el consenso entre
los ‘expertos’ ni siquiera sobre algunos aspectos básicos.
Persisten
opiniones encontradas con respecto a la denominación, definición, causas y
tratamiento. Lo que sí es claro es que para poder ser diagnosticada no se deben
tener otro tipo de dificultades de origen físico, psíquico ni
sociocultural. La CIE-10 (la Clasificación Internacional de Enfermedades
de la OMS) la dislexia viene enmarcada dentro de los trastornos del aprendizaje
con el nombre de trastorno de la lectura. La dislexia no se puede considerar
como una enfermedad cualitativa, que se tiene o no se tiene, sino como un
síndrome, es decir, un espectro de síntomas en los que los disléxicos
demuestran mayor o menor dificultad, de una forma cuantitativa y que estos
pueden ir evolucionando a lo largo del tiempo si son tratados correctamente.
CAUSAS
Todavía se debate
sobre la implicación etiológica de aspectos emocionales, pedagógicos,
didácticos, motores, de lateralidad, auditivos, visuales, lingüísticos, etc.
Según la ubicación conceptual, se proponen formas de tratamiento muy diversas
para un mismo problema.
Debe entenderse que no
es raro que un niño con dislexia presente otros problemas asociados: déficit de
atención, problemas en otras áreas del aprendizaje, problemas visoespaciales,
signos neurológicos blandos, mala motricidad y trastornos emocionales. Ello ocasiona
que al tomar una muestra de niños disléxicos en diversos estudios patentes,
puedan observarse gran cantidad de déficits neurológicos, perceptivos, de
lateralidad y psicológicos, que no necesariamente han de relacionarse con el
problema disléxico.
Aunque la causa exacta
se desconoce actualmente con exactitud, no hay ninguna duda sin embargo, de que
se trata de una alteración en el funcionamiento de determinadas áreas del
cerebro de base genética. Esto significaría que no hay factores externos
causantes, sino que el trastorno se encuentra en la información genética del
individuo (el ADN).
Así mismo y debido a
dos modernas técnicas se ha podido demostrar cierta carga neurobiológica:
por un lado, las como la tomografía axial computarizada (TAC) y especialmente
la resonancia magnética (RM), se han llevado a cabo numerosos estudios de
investigación en donde se han descubierto diferencias de tipo estructural entre
el cerebro de un disléxico y un no-disléxico; por el otro, las (en las que
permiten estudiar el cerebro mientras se realiza una función cognitiva
determinada) como la tomografía por emisión de positrones (PET y SPECT), la
resonancia magnética funcional (RMf) y la magnetoencéfalografía (MEG), en donde
sí se han podido evidenciar diferencias de tipo funcional claras entre los
cerebros de los disléxicos y los no-disléxicos.
La dislexia es un
trastorno con también, una fuerte carga hereditaria. El 40% de los
hermanos y entre un 30% y un 50% de padres de un niño disléxico también padecen
el trastorno.
Los padres de niños disléxicos a menudo se sienten identificados
con las dificultades que presenta el hijo aunque nunca hayan sido diagnosticados.
En otros casos, los
padres recuerdan que de pequeños o jóvenes pensaban que eran “tontos” y en
cambio a la edad adulta son sobradamente capaces de llevar un negocio o de
realizar cualquier tarea que no tenga relación con la lectura y escritura.
Lo que se hereda no
es, por lo tanto, un rasgo patológico, sino un rasgo cuantitativo que
interactúa con el ambiente y condiciona que un individuo sea más o menos
susceptible de figurar entre la población desfavorecida en habilidades lectoras.
Se ha encontrado que
los disléxicos las áreas de asociación auditiva no funcionan
igual que las de un normo lector. Las conexiones funcionales del lóbulo
temporal (áreas fonológicas) y áreas visuales del lóbulo occipital del
hemisferio izquierdo tienen un nivel de activación muy bajo o inexistente.
Dichos hallazgos sugieren que las áreas cerebrales alteradas no sólo muestran
un patrón característico de hipo activación, sino que estas alteraciones
podrían ser la causa de este padecimiento.
El proceso
fonológico sería otra de las causas que más destacan en la dislexia.
Considerado como un prerrequisito fundamental para el acceso a la
lectoescritura, se refiere a la capacidad de aunar cinco elementos para poder
hacer leer y escribir adecuadamente. Dichos elementos son:
Codificación
fonológica: es la habilidad para procesar el lenguaje hablado. Requiere
la capacidad de atribuir identidades fonéticas a los sonidos lingüísticos.
Mediante la identificación de los fonemas se reconoce la palabra. Las
representaciones fonológicas quedan almacenadas y constituyen el mapa fonético
que es propio para cada idioma. Brady et al, observaron que los niños de 8 años
con poca capacidad lectora producían más errores en la identificación de
estímulos lingüísticos degradados por ruido, que los niños de la misma edad sin
problemas lectores. Sin embargo, los malos lectores no mostraban mayor
dificultad que los niños control para la identificación de sonidos no
lingüísticos enmascarados por ruidos. Estos datos orientan hacia la existencia
de una alteración en la habilidad para codificar la información fonológica en
los niños disléxicos.
Metafonología: es
la capacidad de efectuar representaciones mentales con la información
fonológica. Comporta la posibilidad de segmentar una palabra en sílabas y
fonemas. Esta habilidad es indispensable para la descodificación de la lectura;
por este motivo, se observa que los programas de entrenamiento en el manejo de
los códigos fonéticos, a nivel silábico e intrasilábico, mejoran las
habilidades lectoras.
Decodificación
fonológica para acceder al léxico: se refiere a la capacidad de
evocar secuencias fonológicas asociadas a un concepto u objeto almacenado en la
memoria a largo plazo. Existen al respecto numerosos estudios que muestran la
mala capacidad de los niños disléxicos para evocar el nombre de un objeto
presentado visualmente.
Codificación
fonológica en la memoria de trabajo: es la capacidad para retener
la información fonológica hasta haber completado la descodificación de una
palabra o repetir una serie de dígitos. Los malos lectores muestras una menor
capacidad para la repetición de dígitos, letras, conjuntos silábicos sin
significado, palabras o frases.
Asimismo, muestran
dificultades para discriminar entre fonemas similares en la repetición de
palabras.
Codificación
fonológica expresiva: es la capacidad de producir secuencias
fonémicas que corresponden a palabras. Los disléxicos pueden ser más lentos y
más imprecisos en convertir la información escrita en un código basado en
fonemas.
CLASIFICACIÓN/TIPOS
Atendiendo a los tipos
de dislexia, se debe en primer lugar, hacer una distinción atendiendo al origen de
la misma; es decir si estamos ante un dislexia adquirida o una dislexia
evolutiva. La dislexia adquirida aparece a causa de una lesión cerebral
concreta. En la dislexia evolutiva, en cambio, el individuo presenta las
dificultades características de la enfermedad, sin una causa concreta que la
explique.
Que estemos ante una
lesión cerebral no indica que el sujeto presente algún tipo de discapacidad
motora, cognitiva o sensorial. Recordemos que, un sujeto con dislexia no debe
presentar déficits de este tipo.
Tanto en la dislexia
adquirida como en la evolutiva, pueden diferenciarse otros tres tipos de
dislexia, clasificados en función de los síntomas predominantes en
el paciente:
Dislexia fonológica
Estos sujetos realizan
una lectura visual de las palabras. La lectura haciendo uso de esta ruta de
lectura visual o también llamada global, directa o léxica, es aquella en la que
se observan las palabras de una forma global, deduciendo (más que leyendo) las
palabras conocidas, es decir, eso que la mayoría de las personas hacen al echar
un vistazo rápido a una nota, o cuando buscan una palabra concreta dentro de un
texto. Esto da lugar a dificultades y errores a la hora de comprender una
lectura:
1. Pueden leer
correctamente palabras conocidas pero les resulta imposible la lectura de
palabras desconocidas y pseudopalabras (palabras inventadas que en muchas
ocasiones se emplean para evaluar distintas alteraciones del aprendizaje).
2. Cometen abundantes
errores visuales o errores de lexicalización, por ejemplo leer “casa” en lugar
de “casu” o “lobo” en lugar de “lopo”. (no son capaces de leer pseudopalabras)
3. Errores morfológicos o
derivativos, en los que confunden los sufijos: comía/comiendo,
calculadora/calcular.
La ruta léxica o
visual es la que nos permite leer textos como el siguiente:
Sgeun un etsduio de una uivernrsdiad ignlsea, no ipmotra
el odren en el que las ltears etsan ersciats, la uicna csoa ipormtnte es que la
pmrirea y la utlima ltera estén ecsritas en la psiocion cocrrtea. El rsteo
peuden estar ttaolmntee mal y aun pordas lerelo sin pobrleams. Esto es pquore
no lemeos cada ltera asialda sino la palabra cmoo un tdoo.
Podemos leer
utilizando la ruta léxica a través de la representación gráfica global de las
palabras. Necesitaríamos, en cambio, la ruta fonológica para identificar una
palabra desconocida.
Son palabras que
conocemos y que, por tanto identificamos por su representación gráfica. Si por
el contrario en el texto anterior hubiera un apalabra desconocida para nosotros
o de uso infrecuente, no podríamos identificarla por esa vía y debiéramos
recurrir a la ruta fonológica para identificarla previa descodificación.
En la mayoría de los
casos, hay un afectación en esta ruta en las personas disléxicas, que
secundariamente, impide el acceso normal a la ruta léxica.
Dislexia superficial
Este tipo de dislexia
es el más habitual en niños; en este caso se emplea de forma predominante la
ruta fonológica (también llamada subléxica e indirecta). Esta ruta es la que
permite leer las palabras a partir de los fragmentos más pequeños, las sílabas.
Las personas con dislexia superficial tienen dificultad para leer palabras cuya
lectura y pronunciación no se corresponden, (por ello afecta principalmente a
angloparlantes puesto que el inglés es un idioma en el que en muchos casos las
palabras no se corresponden de forma directa con una pronunciación determinada;
las letras no tienen un único sonido, sino que este depende de cómo se hallen
combinadas las mismas en una palabra). Por otro lado, las
complicaciones derivadas de este tipo de dislexia van asociadas a la
complejidad o longitud de las palabras.
Dislexia profunda o
mixta
Solo se da en los
casos de dislexia evolutiva. Se encuentran dañados los dos procesos de lectura,
el fonológico y el visual. Esto supone:
*Graves dificultades
para descifrar el significado de las palabras.
*Incapacidad para leer
pseudopalabras.
*Errores visuales y
derivativos.
*Errores semánticos o
paralexias; por ejemplo, confundir la palabra “feliz” con “Navidad”.
*Dificultad para
palabras abstractas, verbos y palabras función (palabras sin significado que
funcionan como *nexo entre otras palabras “un”, “el”, etc.).
SIGNOS Y
CARACTERÍSTICAS
Tal y como sabemos, el
trastorno de la dislexia persiste toda la vida a pesar de que, en muchos
de los casos, con ayuda, puede compensarse y permitir a la persona afectada una
lectura precisa para poder llegar al conocimiento por medio del lenguaje
escrito. Siempre lo hará, sin embargo, de una forma menos automatizada, lo que
se traduce en una baja velocidad y poco dominio ortográfico. Así como
manifestaciones de la dislexia irán variando a lo largo de la vida del sujeto,
la mecánica del proceso lector se encontrará siempre más afectada que la
comprensión.
La afectación de
la comprensión lectora se produce secundariamente al esfuerzo que supone la
mecánica o por la existencia de trastornos asociados, como se detalla en el
punto correspondiente.
Los signos y
características de la dislexia de establecerán a continuación por etapas
escolares, en orden de edad creciente, atendiendo al desarrollo lecto-escrito:
(Como en cualquier
trastorno del desarrollo, no todos los niños van a presentar todas las
características citadas ni con la misma intensidad ni persistencia).
Etapa Infantil (de
3 a 6 años)
En el habla y el
lenguaje aparecen uno o más signos:
Dificultades expresivas.
Problemas de articulación.
Pobreza de vocabulario.
Pudo haber presentado o presenta un retraso en el lenguaje.
Confusión de palabras que tienen una pronunciación similar.
En aprendizaje:
Dificultad para identificar los sonidos asociados a las letras.
Muestra dificultades en aprender a reconocer y escribir su nombre.
Dificultades en la integración de aprendizajes básicos (colores, formas, tamaños, medidas).
Dificultades en el aprendizaje de la prelectura y preescritura.
Tendencia a la dispersión.
Inmadurez.
Historia familiar de problemas de lectura y escritura.
A nivel motriz y espacial.
Dificultades en la integración de rutinas motrices (vestirse, limpiarse, abrocharse, etc.).
Retraso en la estructuración y conocimiento del esquema corporal.
No integración de la diferenciación derecha y la izquierda (a partir de los 5 años), y de nociones espaciales tales como delante/detrás, encima/debajo, dentro/fuera.
No se sitúa en el tiempo. Confunde términos temporales.
Torpeza motora. Dificultades en la coordinación y en el equilibrio.
Poca habilidad grafo-manual. Dificultades para posicionar adecuadamente el lápiz.
Generalmente el
resto de aprendizajes se produce sin problemas porque no precisan en esta etapa
de le lectura y escritura.
Etapa Primaria I
(de 6 a 9 años)
Es en esta etapa en
donde tanto la lectura como la escritura es necesaria para poder seguir
aprendiendo. Aquí, los niños disléxicos suelen presentar:
A nivel de habla y
lenguaje:
Dificultades articulación
Dificultades de acceso al léxico
Expresión verbal pobre
Dificultad para aprender nuevos vocablos
Dificultad en el uso adecuado de los tiempos verbales
Dificultades expresivas, para narrar un episodio con coherencia.
A nivel de lectura:
Lectura vacilante, insegura, con falta de ritmo y con tendencia a la repetición.
Puede presentar saltos de línea sin conciencia de los mismos.
Alto grado de malestar y tensión interna ante la lectura en voz alta.
Errores en la lectura: omisiones, sustituciones, adiciones, inversiones, rotaciones, rectificaciones, repeticiones, vacilaciones, silabeo, etc.
No respeto de puntuaciones.
Dificultades en la comprensión lectora.
A nivel de escritura:
Errores en ortografía natural: omisiones, sustituciones, adiciones, inversiones, rotaciones, uniones, fragmentaciones.
Errores en ortografía arbitraria: cambios consonánticos, ausencia de acentuación, ausencia de puntuación,.
Baja calidad en el grafismo.
Dificultades de estructuración sintáctica de frases y planificación de textos expositivos.
A nivel de
aprendizajes:
Dificultades en integración de tablas de multiplicar.
Dificultades en la integración de secuencias.
Problemas de integración de nociones temporales (días de la semana, meses, estaciones, horas).
Dificultades
atencionales y tendencia a la dispersión ante material escrito.
A nivel motriz:
Torpeza y coordinación motriz manual y gruesa baja.
Tonicidad alterada, por exceso o por defecto.
Lentitud en la ejecución de actividades.
Problemas posturales.
Continúan mostrando dificultades en la integración del esquema corporal y en la diferenciación de derecha e izquierda.
Tendencia a la dispersión, dificultades en la integración de órdenes complejas que impliquen varios movimientos
Dificultades de integración de secuencias de movimientos
Etapa Primaria II
(de 9 a 12 años)
A nivel de lectura:
Lectura lenta, vacilante, poco fluida.
No respeto de signos de puntuación.
Se reducen los errores naturales.
Problemas de comprensión.
A nivel de escritura:
Caligrafía irregular, poco elaborada.
No integración de la norma ortográfica. Persisten los errores de ortografía arbitraria y en los casos más significativos errores de ortografía natural.
Dificultades en la
estructuración sintáctica, de frases. Pobreza en los textos.
A nivel de
aprendizajes:
Dificultades atencionales y en su mantenimiento.
Dificultades en la integración de lenguas extranjeras.
Dificultades de orientación espacial y temporales.
Dificultades de
comprensión en enunciados matemáticos.
A nivel motriz:
Torpeza motriz, agarrotamiento y cansancio muscular. Suelen presentar contracturas asociadas al factor tensional.
Dificultades en la coordinación de secuencias de movimientos precisos.
Dificultades en la integración de órdenes complejas que impliquen varios movimientos secuenciados.
Etapa secundaria
Aunque su nivel de lectura ya ha mejorado, no suele ser fluido.
Baja comprensión lectora.
No integración de la norma ortográfica. Múltiples faltas de ortografía, centradas principalmente en cambios consonánticos, omisión de letra muda, omisión de puntuación.
Dificultad para acceder al léxico, planificar relatos y composiciones escritas en general. Falta de vocabulario.
Baja velocidad lectora.
Dificultades en el aprendizaje de lenguas extranjeras.
Su rendimiento no se corresponde al esfuerzo realizado.
Baja motivación hacia los aprendizajes.
Dificultades atencionales y de concentración.
Problemas de conducta y/o de emociones en función de su detección y tratamiento.
Baja autoestima, inseguridad personal.
Historia personal de dificultades de aprendizaje de la lectura y escritura.
Posible historia familiar de problemas de aprendizaje. Escritura desordenada, descuidada, en ocasiones incomprensible.
Se cansa al escribir. Mala posición corporal que le causa tensión y contracturas musculares.
Edad adulta
Ausencia o un bajo hábito de lectura. Problemas de comprensión.
Persisten faltas de ortografía.
Baja velocidad lectora
Dificultades en la estructuración sintáctica, con inmadurez en sus textos y falta de vocabulario.
Dificultades atencionales y de concentración.
Baja resistencia a la fatiga en tareas que le implican un esfuerzo mental sostenido asociado a la lectura.
Dificultades en la organización y planificación de tareas.
Dificultades de integración del tiempo y el espacio.
Inseguridad personal y baja autoestima.